Venezuela ha perdido capital humano por la emigración de talento y la precariedad de una educación con déficit de docentes, entre otros problemas. En un mundo cambiante. ¿Como enfrentar el reto de la competitividad y el desafío del crecimiento?
Una escasez dramática de maestros, el mantenimiento del sistema de asistencia mixta –cuando el país ya no está en pandemia-, sumado a una mediocre ratio de comprensión lectora y matemática del alumnado, prefiguran lo que puede ser un costo muy alto para la economía venezolana, a largo plazo.
En promedio, en América Latina y el Caribe el gasto en educación promedia 4% del PIB anual, mientras en Japón alcanza niveles de 7,5%. En la Unión Europea se ubica en una media de 5% anual, al igual que en Estados Unidos. ¿En China? El promedio anual es de 4% del PIB, pero se ha duplicado en la última década.
Los datos anteriores, procedentes de reportes del Banco Mundial, apuntan que la educación es un componente crítico del gasto. En 2022, China, una potencia económica de escala global, destinó un presupuesto para educación equivalente a 610.000 millones de dólares.
¿Y Venezuela? La verdad es que no se sabe. En principio, porque el detalle de los presupuestos públicos anuales no se revela hace años; de hecho, la data más reciente que divulga el Banco Mundial es de 2007, cuando el gasto en educación fue de 3,6% del Producto Interno Bruto, en línea, por cierto, con el promedio global.
Lo medular que muestran los datos es que, en términos de PIB, las naciones más avanzadas han duplicado su gasto en educación en la última década. y sobre todo están adaptando sus modelos a las nuevas tecnologías.
Educar es un buen negocio
Al menos cuatro informes recientes de entidades relacionadas con la Organización de Naciones Unidas indican que la correlación entre gasto en educación y crecimiento económico es clara.
Japón y Corea del Sur son países pioneros en el desarrollo de oportunidades sociales, en especial educación, y la relación de estas inversiones en capital humano con los períodos de crecimiento del país.
La clave es que la necesidad de capital fijo, fundamental para alcanzar estados altos de crecimiento, disminuye en la medida que el capital humano se hace más productivo.
En consecuencia, toda estrategia económica de largo alcance que pretenda ser viable debe priorizar la inversión en capital humano. En el caso de Venezuela, su situación educativa presagia una posiblemente crónica incapacidad para lograr un modelo estable de crecimiento en el largo plazo.
El gobierno explica la situación por las dificultades económicas que generan las sanciones y defiende un modelo basado en la masificación como principal valor. La calidad es otra cuestión sobre la cual hay mucho que debatir.
Banca y Negocios conversó con dos expertos que están abocados a este tema.
Progreso y democratización
Isabel Pereira es socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Cuenta con un doctorado en Sociología del desarrollo de la Universidad de París I, Panteón – Sorbona, Francia.
Pereira comienza por enfatizar que, sin educación, no hay posibilidad de progreso ni democratización de nuestra sociedad.
En otras latitudes –contrapone- se está creando, se está innovando, la ciencia y la tecnología están avanzando, mientras en Venezuela «tenemos un alumnado empobrecido, que no camina hacia el desarrollo».
“También hay un mayor desarrollo moral y ético en las escuelas del mundo que están teniendo más crecimiento”, subraya la socióloga. Asimismo –afirma- en esas escuelas están alimentando a los niños, para estimular su desarrollo físico, y aprovechar todas sus potencialidades.
Por otra parte, se les está enseñando cómo aprender a aprender. Es decir, a amar el aprendizaje; cómo se puede aprender más y mejor.
“Todo lo anterior está en peligro hoy en Venezuela”, procura no darlo todo por perdido. En medio de la revolución de Inteligencia Artificial (IA), dice que “se está hablando de una generación perdida en Venezuela. Es así de grave”, se estremece.
Un propulsor de pobreza
“Esta sociedad está funcionando como un propulsor de pobreza. Es el futuro del país. Podemos formar parte de esta comunidad internacional en crecimiento. En universidades como Stanford se está evaluando cómo las sociedades puedes ser más felices”, subraya.
Pereira dice que “estamos en una lucha de convertir las escuelas en centros de participación. El tema es cómo se abren más oportunidades para todos. Tenemos una sociedad escindida. Pero ha habido un despertar de las masas. De allí tiene que salir un nuevo liderazgo”, pone las pupilas en el futuro.
¿Qué tenemos que medir? Las posibilidades de participación y de oportunidades para todos, índica.
Pereira echa de menos la falta de data –desde hace 10 años- emanada de Ministerio de Educación. “Entonces, nos quedan documentos como la encuesta Encovi, y a partir de allí hay que preguntarse qué se debe hacer”.
La entrevistada se afana actualmente en una reforma de la escuela básica, para hacerla “integral”. ¿Qué elementos entran en este proceso? Por ejemplo, la nutrición, el amor por el aprendizaje, el contacto con la tecnología y la ciencia, la matemática; finalmente, trabaja en la necesidad del desarrollo moral y espiritual de los educandos.
“Estamos trabajando arduamente, queremos que las escuelas sean escuelas de los municipios, que pertenezcan donde la gente vive. Que el director de la escuela sea una persona respetada en el municipio”, lanza algunas ideas, entre muchas que tiene en el tintero.
Colegios públicos y privados
Para la analista, la competencia no es entre colegios públicos y privados. La idea es que cada vez haya más participación del Estado, de los docentes, de los padres, etcétera.
“La porción de niños que están en las escuelas privadas es la que está sobreviviendo, pero la idea es que la educación se universalice”, abre la maleta de sus propuestas.
Más que sembrar el petróleo –como proponía el doctor Arturo Uslar Pietri- se trata de “crecer como personas. Un país donde la gente participe, tenga conciencia y oportunidades”.
Un país no puede avanzar si sus estudiantes y estos en Venezuela “tienen una mediocre comprensión lectora, no saben, en promedio, resolver un problema matemático sencillo, no aman ni conocen los avances de la ciencia”.
Se trata –opina- de que los jóvenes venezolanos sean “mejores personas”.
Finalmente, dice que es el propio ciudadano quien debe reclamar que la educación sea un tema de primera importancia, para tener “mejores ciudadanos”.
Educación como proceso social
En su lado del salón, Antonio Canova es abogado experto en Derechos Humanos, además de docente de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) e investigador.
Para Canova la educación debe llegar a todo el mundo a través de las personas, y no del Estado, que es el responsable de garantizar los derechos humanos. Por eso, la educación no debe ser una responsabilidad exclusiva del Estado.
Canova trabaja desde hace unos seis años en una propuesta educativa para Venezuela. “Que el Estado sea el responsable ha sido dañino, porque permite que se ideologice a los niños, y se les inculquen valores como la obediencia”, que de suyo no es mala, pero sí cuando se trata de obediencia a un régimen político.
Para Canova la dirigencia del país «pone los caballos detrás de la carreta. No es que la economía es mala cuando la educación es pobre. “Cuando los países son ricos, impulsan una buena educación”, remacha.
La debacle en la educación –para él- es consecuencia de la debacle económica.
Primero, riqueza económica
“Estoy hablando con base en estudios que han buscado las relaciones causales entre educación, gasto, desarrollo y prosperidad de los países. En Asia se hizo un seguimiento de 30 años entre prosperidad y gasto en educación: lo que se concluyó es que en la medida en que los países se hicieron ricos, se disparó la calidad de los sistemas educativos”, revela.
Aporta que en Estados Unidos hay una noción de qué aspectos deben cincelar los maestros en los muchachos, “para que eso redunde en una mayor prosperidad de la sociedad”.
Hay que invertir en valores como imaginación, autodeterminación, autoestima; “tenemos un sistema educativo que está reforzando valores que no se traducen en que los niños sean productivos”.
-Usted dice que cuando la economía mejora, mejora la educación. Pero, nosotros, en medio de la crisis, tenemos un sistema de educación privada funcional…
-La mayoría de los alumnos termina yéndose del país. Y esa es la gran tragedia de Venezuela.
“En la medida en que haya mayor variedad educativa, y los padres puedan elegir cómo educar a sus hijos, los países son más ricos”.
Un modelo “prusiano”
La almendra del asunto es lo que se está enseñando a los niños en Venezuela hoy. “Incluso los colegios privados enseñan lo que indica el gobierno; eso es inútil”, acusa el vocero.
El modelo educativo que enseña el respeto a la autoridad, la obediencia, etcétera, se llama “prusiano” porque viene de la Prusia Imperial, señala Canova. “Está desactualizado”, dice.
“En la medida en que se enseñe a los niños a ser felices, a resolver problemas, a trabajar en equipo, los niños salen preparados para mejorar la economía y funcionar en las empresas”, coloca una idea que imanta la atención.
Indica que, en Estados Unidos, los niños se están formando con tutores privados. El empresario Elon Musk acaba de lanzar un modelo de escuela digital, donde se imparte un sistema totalmente disruptivo, focalizado en herramientas high tech.
Lo cierto del asunto, es que Venezuela se está quedando a la retaguardia en la generación de capital humano adaptado a los retos de una cambiante realidad social y económica.
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