La Comisión Económica para América Latina y el Caribe indicó que la baja capacidad para crecer, la alta desigualdad y baja movilidad y cohesión social son tres aspectos que impiden el desarrollo en la región.
América Latina ha iniciado el camino hacia una tercera década perdida en materia económica, alertó este miércoles el secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Manuel Salazar-Xirinachs.
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«Si vemos esa línea (de crecimiento) hacia adelante y las perspectivas de lo que vemos que va a ser el crecimiento de 2025 y 2026, empezamos a caminar por una tercera década perdida en términos de crecimiento», dijo Salazar Xirinachs en el cuadragésimo periodo de sesiones de la Cepal que se celebra en Lima.
En agosto pasado, el organismo confirmó que América Latina completó, entre 2015 y 2024, la peor etapa de crecimiento, con una tasa promedio del 0,9%, desde la denominada «década perdida» de 1980.
Ya en ese momento, advirtió que, en caso de no realizar profundos cambios estructurales, la región se encaminaba a una tercera década perdida.
Al presentar el documento de posición «América Latina y el Caribe ante las trampas del desarrollo: transformaciones indispensables y cómo gestionarlas», Salazar-Xirinachs aseveró que hay «tres círculos viciosos que se refuerzan mutuamente y limitan la capacidad de avanzar hacia mayores niveles desarrollo».
Estas tres «trampas» son la baja capacidad para crecer, la alta desigualdad y baja movilidad y cohesión social, así como la baja capacidad institucional y gobernaza poco efectiva.
Al comentar la baja capacidad para crecer y mencionar que América Latina y el Caribe camina por una tercera década perdida, sostuvo que «es muy difícil bajar la pobreza, reducir informalidad y crear empleos de calidad», además de dificultar el aumento de ingresos tributarios.
Por eso, Salazar-Xirinachs sostuvo que «hay un problema estructural de baja capacidad para crecer».
«No es un tema coyuntural, es algo más profundo», subrayó.
Entre las causas, citó el bajo crecimiento de la productividad y baja diversificación productiva, la baja inversión -América Latina tiene la inversión «más baja del mundo»-, y la «falta de talento humano en las competencias y capacitación requerida».
Al respecto, recordó que, en 2023, la productividad laboral promedio en dólares constantes era un 4 % inferior a la de 1980.
Salazar-Xirinachs subrayó que, de 2011 a 2019, se registró en América Latina «la tasa anual promedio de creación de empleo más baja de los últimos 70 años», un 1,5 %, lo que muestra un «mercado laboral poco dinámico».
Acerca de la «trampa de alta desigualdad», recordó que el índice Gini muestra que América Latina tiene la tasa más alta del mundo.
Esto se debe al bajo crecimiento y dinamismo de mercado de trabajo, en el que hay «océanos de empresas» de pequeña productividad y tamaño, frente a uno mucho menor de compañías medianas o grandes.
Existen también diferencias en materia territorial, con «mucha de la desigualdad arraigada en esa estructura», sistemas fiscales regresivos, políticas sociales y de protección social «débiles», sistemas educativos «con serias debilidades».
Asimismo, desigualdad de género estructural y sistemas de cuidado ineficientes, «altas desigualdades y segregación especial en las zonas urbanas», además de discriminación y violaciones de derechos humanos que sufren ciertos grupos de población.
«No basta trabajar con uno de estos factores, hay que trabajar de manera integrada», apostilló Salazar-Xirinachs.
Por último, al referirse a la «trampa de bajas capacidades institucionales y gobernanza poco efectiva», comentó que «se requieren instituciones sólidas para gestionar las transformaciones», con políticas de estado a largo plazo.