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El Parlamento de Irán vota a favor del cierre del Estrecho de Ormuz

La escalada de la guerra en Oriente Próximo, especialmente tras el ataque de Estados Unidos a Irán, amenaza con tener, una vez más, consecuencias energéticas y económicas. El Parlamento de Irán aprobó el cierre del Estrecho de Ormuz tras el ataque del gobierno estadounidense a tres de sus instalaciones nucleares. Para que se lleve a cabo esta medida se requiere el aval del máximo órgano de seguridad del país.

Los mercados ya notaron el impacto del primer intercambio de bombardeos entre Israel e Irán, con subidas en el precio del petróleo. Ahora se suma una nueva posibilidad: que Irán cierre el estrecho de Ormuz, un punto clave por el que pasa el 20% del petróleo.

El estrecho, localizado entre Omán e Irán, conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el mar de Arabia. Su característica clave es que tiene tanto la anchura como la profundidad suficiente para que pasen los enormes buques que transporten crudo, productos petrolíferos o gas natural.

Según la EIA (la Administración de Información Energética de Estados Unidos), en el primer trimestre de 2025 pasaron cada día por el estrecho 20,1 millones de barriles de petróleo. La cifra es muy similar a la que se registró el año anterior (20,3 millones de media).

«Grandes volúmenes de petróleo fluyen por el estrecho y existen muy pocas alternativas para trasladar el crudo fuera del estrecho si se cierra», advirtió la organización en un informe reciente.

La IEA señaló que, si bien el tráfico no se vio afectado por la tensión en la región, el precio del barril Brent subió en las últimas semanas. Los cuellos de botella, explican, «son críticos para la seguridad energética global». Si el petróleo no puede atravesarlo «aunque sea temporalmente», se pueden dar retrasos en el suministro que suben los precios del transporte. Esto «potencialmente incrementa los precios energéticos mundiales».

En este caso, el problema no es tanto que no se pueda evitar el estrecho para reducir el tiempo de tránsito, sino que se bloquearía la salida del petróleo que se extrae en la región. Hay algún oleoducto alternativo, pero no podría enviarse por barco.

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Los perjudicados por el cierre

Hay otro factor que puede resultar clave y esperanzador: de dónde sale el petróleo que pasa por el estrecho de Ormuz y a dónde va. Es decir, aunque el cierre afectaría a 20% del comercio mundial de crudo, las consecuencias directas e inmediatas las notarían varios mercados concretos. Y Estados Unidos y Europa no están entre ellos.

De los 20,1 millones de barriles diarios que circularon por el estrecho en el primer trimestre, únicamente 0,4 millones (el 1,9%) tenían EEUU como destino. El conjunto de Europa está ligeramente por encima, 0,5 millones (3,4%). Pero muy lejos de otras economías como China (5,4 millones, casi el 27%), India (2,1 millones), Corea del Sur (1,7 millones) o Japón (1,6 millones).

China, ha aumentado considerablemente la cantidad de petróleo que recibe por este canal: los 5,4 millones de media de este comienzo de 2025 suponen un 12,5% más que la media de 2024 (4,8 millones) y la cifra más alta de los últimos cinco años. Tanto Europa (200.000 barriles menos) como EEUU (100.000) han reducido su dependencia del estrecho.

El movimiento, eso sí, afectaría considerablemente a los países que utilizan el estrecho para comerciar con su petróleo, si bien, de nuevo, esto excluye a Estados Unidos y Europa. El más perjudicado sería Arabia Saudí, que envía 5,3 millones de barriles diarios, cerca de la mitad de su producción (en 2023 fueron 9,5 millones; ese año pasaron por el estrecho 6,2 millones). Iraq (3,2 millones), Emiratos Árabes Unidos (1,8 millones), Kuwait (1,4 millones) y la propia Irán (1,5 millones) también sentirían el impacto.

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Precios

Esto, en cualquier caso, no quiere decir que el mercado global no vaya a notar un cierre del estrecho, especialmente si es prolongado. Por mucho que Estados Unidos apenas recurra a Ormuz, el país no deja de ser el principal consumidor de este producto del mundo.

Y una reducción de la oferta o un incremento de los tiempos de espera tensionarían el mercado y subirían los precios, incluso en un momento en el que el barril está por debajo de los 80 dólares y lejos de los picos de 2022, precisamente por la gran oferta de petróleo. Es más, en las últimas semanas el precio se ha disparado y pasó del mínimo anual (60,23 dólares) de principios de mayo a 75,48 dólares el 20 de junio, cuando ya se había producido el ataque de Irán, pero no la respuesta de Estados Unidos.

Con información de El Mundo