Los investigadores plantean que la salud vascular debería incorporarse a las estrategias oncológicas
La isquemia, causada por la acumulación de placas y coágulos en arterias, lo que impide la llegada de oxígeno a los tejidos, no solo aumenta el riesgo cardiovascular, sino que también favorece el progreso oncológico. Según Kathryn J. Moore, Ph.D., autora principal del estudio, «la alteración del flujo sanguíneo impulsa el crecimiento del cáncer independientemente del lugar donde se produzca en el organismo».
El informe detalla que la isquemia genera un envejecimiento prematuro de la médula ósea, alterando la producción de células inmunológicas. Esto provoca un aumento de las células mieloides (como monocitos y macrófagos) que inhiben la respuesta anticancerígena, y una disminución de linfocitos como los T, fundamentales para combatir tumores. Estos cambios crean un entorno tumoral inmunotolerante, donde las células supresoras prosperan.
En definitiva, el hallazgo refuerza la idea de que atacar un tumor no alcanza: también es necesario considerar la circulación sanguínea y su impacto en la defensa inmunológica del organismo.