José Grasso Vecchio.- En la reunión de otoño del FMI y el Banco Mundial que finalizó el 26 de octubre de 2024, los temas fundamentales fueron los relativos al crecimiento económico, la estabilidad financiera y la reducción de la pobreza. Este último tema ha venido ganando cada vez más atención en distintos foros internacionales particularmente tras la pandemia de Covid19 donde los niveles de hogares en situación de pobreza general y crítica aumentaron dramáticamente.
De acuerdo con las autoridades del FMI y en particular su economista jefe, Pierre Olivier Gourrinchas, la tarea de derrotar la inflación mundial está literalmente finalizada al registrar las alzas de precios durante 2024 una reducción significativa respecto a su pico de 2022 y se espera que en 2025 se ubique en torno al 3,1%, muy cerca de la meta de los bancos centrales de los países emergentes por cuanto ya en EEUU, la Unión Europea y China las tasas de inflación se sitúan en cerca de 2% aunque en China el problema es que muchos precios están disminuyendo.
Así las cosas, las autoridades del FMI y el Banco Mundial empiezan a dirigir la mirada hacia cómo lograr un crecimiento económico sostenido a tasas elevadas que permita generar los ingresos para superar la pobreza, ello en un entorno de respeto al medio ambiente y en cumplimiento de la agenda de descarbonización. Aunque parezca extraño, la gran experiencia acumulada de la práctica de la política económica indica que es mucho más fácil salir de una inflación alta que alcanzar tasas de crecimiento altas como las requieren muchos países. La razón estriba que usualmente la inflación es un fenómeno monetario y los bancos centrales pueden lidiar con ese flagelo en mejores condiciones con los instrumentos a su disposición.
Sin embargo, el crecimiento es más esquivo. Una economía en recesión puede salir de ella con una dosis de mayor gasto y tasas de interés más bajas si no tiene problemas serios de endeudamiento e inflación. Salidos de la recesión para sostener el crecimiento, es fundamental el aumento de la productividad, que es lo que le da aliento al crecimiento y al desarrollo económico.
En los distintos foros de la conferencia del FMI-BM quedó claro una vez más que el incremento de la productividad está asociado a la inversión en capital humano, la innovación, el emprendimiento y el respeto al Estado de derecho. A su vez, el factor clave de la productividad se asocia a la capacitación de la fuerza de trabajo en nuevas tecnologías, especialmente en los aspectos de la digitalización, la ingeniería y las materias relacionadas con las ciencias básicas. Todo ello enfrenta las oportunidades y desafíos de la inteligencia artificial que potenciará la productividad, pero también va a destruir muchos puestos de trabajo.
Otro aspecto importante para el aumento de la productividad y en consecuencia el crecimiento es la inversión en infraestructura física, carreteras, puertos, aeropuertos, electricidad y agua para que las economías puedan ser competitivas. A lo que se agrega el factor del financiamiento, para lo cual el fortalecimiento del sistema financiero y mayor profundidad y madurez del mercado de valores son vitales, porque hacen viables proyectos de inversión que de otra manera se quedan en el papel. Un mercado crediticio y de valores profundo es condición sine qua non para el crecimiento, el desarrollo y la reducción de la pobreza, a lo que habría que sumar el desarrollo de los créditos a los emprendedores y el mayor apoyo a los emprendimientos.