El Banco Central de Venezuela reportó data histórica sobre las variaciones relativas del PIB en los últimos años, cuando se ha registrado un crecimiento sostenido durante 13 trimestres.
El Banco Central de Venezuela publicó recientemente los resultados anualizados del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) hasta el segundo trimestre de 2024.
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En términos relativos, la economía creció 8,78% en el segundo trimestre del año y 8,40% en el primero. El ente emisor promovió el argumento de que la expansión económica se ha prolongado ya por 13 trimestres consecutivos.
Los datos revelan fuertes crecimientos en algunos sectores como Construcción, Minería, Actividades Financieras y Seguros, mientras que otras áreas con mayor incidencia en la estructura actual del PIB como Agricultura, Manufactura, Comercio y Transporte han registrado expansiones más cercanas a los promedios generales.
Esto puede resultar sorprendente y la única explicación plausible es que, como se trata de sectores muy afectados por la recesión previa y, por ende, fuertemente reducidos, la recuperación en términos absolutos determina variaciones relativas más aceleradas.
Los datos muestran este fenómeno cuando se miran en términos históricos. Por ejemplo, la Manufactura después de reportar crecimientos trimestrales en rangos de 20% y 30% en 2022, ahora muestra incrementos del PIB sectorial que se han estabilizado en rangos inferiores a 10%.
En todo caso, más allá de las particularidades, la actividad económica no petrolera muestra una saludable -y meritoria- recuperación; sin embargo, la economía venezolana sigue dependiendo fundamentalmente del petróleo que es la actividad que realmente ha determinado la expansión general.
Por supuesto, esto no puede sorprender a nadie. Esta es la tendencia histórica de la economía venezolana desde que la producción de hidrocarburos se consolidó en el país a partir de la segunda década del siglo XX.
El PIB petrolero se ha expandido aceleradamente no por trece trimestres consecutivos, pero reducido su velocidad de crecimiento de manera contundente en los últimos períodos contabilizados por el BCV.
Los datos muestran crecimientos del PIB petrolero de 54,13% y 64,83% en el tercero y cuarto trimestres de 2021. En 2022, hubo aumentos con tendencia a la desaceleración de 39,63%, 35,76% y 11,76% en los primeros tres trimestres para registrar una brusca contracción de -11,08% en los tres últimos meses de dicho año.
El freno se mantuvo en el primer trimestre de 2023 con una contracción del PIB petrolero de -4,66%.
A raíz de la flexibilización de las sanciones a la industria de los hidrocarburos, el crecimiento se ha mantenido por cinco trimestres consecutivos con una aceleración en 2024 determinada por las licencias a empresas extranjeras, especialmente a la petrolera Chevron, de la cual depende en buena medida el incremento de la extracción de crudo y es fundamental en la generación de divisas para el país.
Es decir, el crecimiento del PIB petrolero muestra vulnerabilidades estructurales. La principal es la baja capacidad de producción que, si se mira el dato de las plataformas petroleras en actividad, no parece tener posibilidades claras de recuperaciones importantes en el corto plazo. La desinversión es clave para explicar esta situación.
En consecuencia, las variaciones relativas publicadas por el Banco Central de Venezuela dan una idea de recuperación que sería más realista si el ente emisor publicara los valores reales del Producto Interno Bruto y sus crecimientos absolutos.
No se trata de generar dudas sobre la tendencia -que es evidente y está a la vista en algunos sectores-, sino de tener una perspectiva más realista sobre las dimensiones de la economía y así reconocer problemas que, posiblemente, una visión más optimista tendería a esconder.
Es importante entender, por ejemplo, cómo se distribuye geográficamente el crecimiento del PIB y además tener cifras actualizadas sobre los impactos de este comportamiento en el empleo, salarios reales, inversión pública, entre otros factores. Además, deberíamos conocer el dato del PIB per cápita.
Lo deseable es que esta tendencia se mantenga en los próximos trimestres para que la expansión económica comience a generar una mejora sustantiva en las condiciones de vida de la población.
Creemos que la idea, expresada reiteradamente por el presidente Maduro, sobre la construcción de un nuevo modelo económico basado en el impulso a una economía no petrolera diversificada es correcta y solo esperamos que el compromiso con su implantación se concrete con cambios relevantes, esperados y necesarios que, por ahora, no se ven o marchan con evidente lentitud.
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* El autor es economista cum laude, director general de Aristimuño Herrera & Asociados y de Banca y Negocios.