El signo monetario se debe ver como el instrumento que “media” para el intercambio en el mercado.
“El dinero no vale nada”, suele expresar la gente cuando teniendo un montón de billetes y monedas en el bolsillo, no le alcanza para nada.
En verdad, la expresión correcta sería decir ¿cuánto valen los billetes y monedas? de un signo monetario en particular. Lo que es un asunto descriptivo del estado de la economía de un país. Tales son los casos de Colombia, Argentina, Chile y México con el peso, Venezuela con el bolívar, Brasil con el real, entre otros.
El signo monetario, para entender mejor el concepto, refleja la fortaleza o la debilidad de la economía del país que emite esa moneda. Debemos verla como el instrumento que “media” para el intercambio en el mercado. Eso nos permite asignar, en términos de la moneda, el valor de los diferentes productos, bienes y servicios.
Su valor
El indicador primario que tenemos al considerar el valor de una moneda, es la tasa de cambio con el dólar estadounidense. El segundo indicador, es el poder adquisitivo del salario. Lo que nos indica también el grado de bienestar de la población trabajadora, y de sus familias.
Ahora, regresando a la línea de cotidianidad de lo que ha sido nuestras notas sobre una economía más comprensible, debemos abordar el tema del valor del dinero de una manera más popular.
Según los economistas, uno de los factores que determina el precio de un bien o servicio, es lo que los compradores están dispuestos a pagar. Lo que encierra unas características -hasta cierto punto- subjetivas. Porque claro, el que más dinero tiene puede pagar más.
Cuando comparamos el caso de un bolívar con su valor, la respuesta inmediata es que “un bolívar vale un bolívar”. Sin embargo, para ser precisos, tenemos que entender que ese es un valor “facial”, el que viene esculpido en el metal.
Para explicar el asunto, vamos a una moneda más pequeña de un bolívar, por ejemplo 25 céntimos, que antes se denominaba “un medio”.
Cambiemos la pregunta: ¿cuánto está usted dispuesto a pagar por “un medio”. La respuesta es inmediata: por supuesto que un medio. ¡Respuesta incorrecta! No necesariamente.
¿Cómo es eso? Para mejor explicarlo, nos referiremos a un ejemplo no muy académico.
Si usted tiene la imperiosa necesidad de un baño público, pero el usuario anterior lo cerró con el seguro, usted tratará por la vía que sea de abrir la puerta. Ante la premura, usted se da cuenta de que en el picaporte hay una ranura que, si usted introduce una moneda de 25 céntimos, puede abrir la puerta.
Con la velocidad del caso, usted mete la mano en su bolsillo para descubrir que no tiene monedas de 25 céntimos, solo de un bolívar. Nadie tiene cambio, aunque si tienen monedas de 25 céntimos. En esa necesidad, usted está dispuesto a pagar un bolívar por esa moneda que vale cuatro veces menos.
El dinero tiene el valor que usted le da. Sea el valor facial, por debajo de ese valor o por encima.
Autor: Eduardo Martínez