Salud. – La creencia más extendida afirma que levantarse temprano es beneficioso, hace bien. “Al que madruga Dios le ayuda”, dice el refrán. La idea de salir pronto de la cama está asociada a ideas positivas como responsabilidad, laboriosidad y energía positiva. Su opuesto (quedarse acostado hasta las diez o las once de la mañana) también suele ser visto como lo contrario, una señal de pereza, incompetencia e incluso inmadurez.
La Universidad de Texas dio a conocer una estadística según la cual los estudiantes matutinos tenían un rendimiento académico significativamente mejor que los nocturnos. Estos resultados se basaron en encuestas a 824 estudiantes, quienes se clasificaron a sí mismos como “matutinos” o “nocturnos” en función de en qué hora del día se sentían más productivos o a qué hora se levantarían o acostarían si carecieran de toda restricción.
Por su parte, un trabajo realizado por científicas canadienses aseguraba que las personas que se levantan temprano muestran mayores niveles de “afecto positivo” (un índice que incluye elementos como alegría, buen humor, optimismo, entusiasmo y amor) que aquellas que se levantan tarde.
Este y otros estudios son la base del libro The Morning Myth (El mito de la mañana), de Frank J. Rumbauskas, cuyo subtítulo reza: “Cómo los noctámbulos pueden ser más productivos, exitosos, felices y saludables”. Y es que, en realidad, no hay una verdad única que pueda aplicarse a todas las personas. ¿Por qué? Pues porque hay alondras y hay búhos, y eso no es algo que se pueda elegir, sino que viene en los genes.
A la predisposición particular de cada individuo, determinada en parte por su información genética y en parte por el entorno en que se ha desarrollado y en el que vive, sin embargo, se la conoce como cronotipo. Los cronotipos se pueden englobar en dos grandes categorías, ya mencionadas: las alondras y los búhos. Es el cronotipo de cada persona lo que indica si lo mejor para ella es levantarse tarde o temprano.
Es por esta razón que no se pueden hacer afirmaciones taxativas al respecto. Y esta también es la causa de que, a menudo, los búhos lo tengan más complicado que las alondras. La organización de la sociedad actual (los horarios de la escuela, el trabajo, entre otros) obliga a muchas personas a madrugar y, por lo tanto, a no respetar su propio cronotipo. Los búhos se acuestan tarde.
Mientras eso no sea posible, recomiendan a los búhos exponerse todo lo posible a la luz del sol y menos a la luz eléctrica y la de las pantallas. Investigaciones indican que la luz natural (algo que tampoco es tan accesible con los actuales modos de vida) podría hacer que el sueño llegue hasta dos horas más temprano que si estamos siempre encerrados o bajo luz artificial.
Lo más apropiado sería dormir el número de horas suficiente manteniendo una regularidad en los horarios del sueño. Una misión difícil para los noctámbulos obligados a madrugar. Los científicos dicen que los horarios laborales deberían ser flexibles para posibilitar que cada persona trabaje en los momentos del día más apropiados para su cronotipo particular.