Daniel Lahoud.- En Venezuela desde la época de Rafael Caldera II se utiliza el encaje como un instrumento para la política monetaria, y aunque efectivamente lo es, es quizá uno de los menos utilizados a nivel internacional, casi todos los países desarrollados tienen un encaje de 1%, y eso no crea ningún problema particular, debido a que como generalmente son empresas privadas, actúan responsablemente y otorgan créditos utilizando criterios de sana administración. Pero el encaje tiene muchas concepciones equivocadas, las cuales vamos a explicar.
En la época en la que no había bancos centrales, y en los sistemas que eran afectos a la banca libre, el encaje era el límite a la emisión monetaria, es decir los bancos libres tenían unos activos en oro, propiedad del banco, que se utilizaban para poder emitir, a la manera de encaje, constituyendo el encaje de emisión, la mayoría en países como Escocia, Canadá, Estados Unidos, utilizaban un encaje fraccional de 1 o 2%, por lo que podían emitir entre 50 y 100 veces el monto de ese encaje en oro (es decir no había encaje 100%). Venezuela, cuando experimentó con este sistema estableció un encaje de 33,3% que a todas luces era excesivo para un sistema de bancos libres. Eso permitía a los bancos venezolanos antes de 1940, emitir hasta 3 veces el monto de oro en caja del banco. Esto explica con bastante claridad, que el encaje no es la garantía del billete, en el caso de los bancos libres, y hoy, no es la garantía de los depósitos, como algunos pretenden. Es solo eso, el límite del crédito.
Otra de las concepciones erradas parte del economista norteamericano Simons, quien considera que los bancos deberían tener un encaje de 100%, si se hiciese eso, sería inmiscuirse en la libertad de mercado de los bancos para realizar sus negocios, porque ante un encaje de esa magnitud, no habría posibilidad de crédito y por tanto, el banco se limitaría a ser un gestor de pagos, algo parecido a lo que terminó ocurriendo entre febrero de 2019 y marzo de 2020 en Venezuela. Y es evidente, que eso no mejoró la situación de inflación, sino que en esa época se exacerbó al extremo.
En ese mismo período, la emisión de base monetaria por el BCV fue 2.686 %, el IPC se elevó en 3.312 %, mientras que el precio del dólar creció en 2.261,4 %, mostrando que el crédito que cayó violentamente un 36,25 % en dólares, por la subida del encaje no era el motor del alza de precios, y tampoco del incremento del precio del dólar. Sin embargo, esa misma falta de crédito provocó una caída muy importante en la actividad económica de ese período, que según los datos del FMI alcanzó a un 30%.
Hoy el encaje es todavía el más alto del planeta, un 73%, y como casi todo en Venezuela vive en el mundo de una cuasi informalidad, porque los bancos prefieren pagar las penalidades del incumplimiento que abandonar el negocio que es, para ellos el característico. Aquí también, lo único que toca es liberar al mercado para que quienes requieren financiamiento lo consigan y para que los bancos puedan realizar un negocio que desde la noche de los tiempos facilita la actividad de los países y permite además, remunerar a quienes depositan en esos institutos.